viernes, 29 de enero de 2010

Así ve el Parque el mejor ecólogo español




















Carlos Herrera junto a una población de Viola cazorlensis


Carlos Herrera Maliani está considerado el ecólogo número uno de España y es uno de los investigadores de ecología más prestigiosos del mundo, como atestiguan sus publicaciones en revistas científicas internacionales y los muchos reconocimientos que ha recibido.

Carlos ha desarrollado muchas de sus investigaciones pioneras en las sierras de Segura, Cazorla y Las Villas. Recientemente, con motivo del 20 Aniversario de los Espacios Protegidos Andaluces, Ecologistas en Acción le pidió que hiciese un breve balance de nuestro Parque Natural. Aquí lo tenéis, junto con mi agradecimiento por llevar tantos años demostrando que se puede ser un científico de primerísima línea y al mismo tiempo estar apasionadamente comprometido en la defensa del medio ambiente.

Cazorla, Segura y Las Villas: luces y sombras de 23 años de Parque Natural
Carlos Herrera Maliani
Biólogo, investigador del CSIC y miembro de la Junta Rectora del Parque

Durante los 23 años de andadura del P N de las Sierras de Cazorla, Segura y  Las Villas ha habido, como no podría ser de otro modo, luces y sombras. Entre las primeras yo destacaría dos. Una es que la población del Parque ha tomado conciencia mayoritariamente, creo que de forma irreversible, de ser los depositarios de una riqueza biológica extraordinaria, cuyo valor a veces no comprenden del todo pero que a base de oírlo repetir a tantos visitantes finalmente se lo han creído.

La acogida social que ha tenido, por ejemplo, el plan de reintroducción del quebrantahuesos, o la falta de oposición seria a algunas medidas reguladoras de usos que se han ido tomando por parte de la administración, son dos ejemplos que apoyan mi afirmación. La aceptación por parte de la población de un Parque de las dimensiones y complejidad del Parque, que en sus inicios despertó todos los recelos imaginables, es un progreso sustancial que garantiza su consolidación.

La otra faceta positiva a destacar es lo mucho que se ha progresado en el conocimiento del patrimonio biológico que alberga el Parque. Esto ha sido fruto tanto de la administración del Parque, que ha elaborado iniciativas encaminadas a obtener ese conocimiento, como de la labor de investigadores procedentes del CSIC y las universidades que han hecho del Parque su laboratorio de estudio y que han contado siempre con el apoyo de la administración del espacio natural.

En lo referente a las sombras, creo que la principal de ellas ha sido el desmedido y alocado énfasis que se ha puesto en desarrollar un
turismo basado en el interior del parque, estrategia a todas luces errónea. Esto ha conducido a crecimientos cancerosos y descontrolados de ciertos núcleos de población o a la transformación milagrosa, tras su rehabilitación, de pequeños cortijos ruinosos en espectaculares hoteles. Actividades efectuadas todas ellas, eso sí, con todos sus papeles en regla, faltaría más. La obcecación y permisividad en desarrollar infraestructuras turísticas en el interior del Parque, en lugar de hacerlo en las áreas urbanas de los núcleos periféricos, como dicta el sentido común, es una carga de profundidad sobre la preservación de la biodiversidad del parque cuyas consecuencias tardarán en manifestarse pero que pueden llegar a ser muy graves.

Una segunda sombra son las deficiencias crónicas con que se han venido desarrollando ciertas acciones pretendidamente dirigidas a gestionar la
biodiversidad. La más llamativa es el insistente fracaso (o calculada desidia) en el control de las poblaciones de especies introducidas de grandes mamíferos, un viejo gato al que ningún responsable técnico o político se ha atrevido todavía a ponerle el cascabel que le corresponde. No es un asunto baladí, ya que diversos estudios científicos avalan el grave impacto que la superpoblación crónica de mamíferos herbívoros tiene sobre la rica flora endémica del Parque.

Otro caso, éste felizmente resuelto en los últimos años, ha sido el descontrol con que durante mucho tiempo se llevaron a cabo acciones de reintroducción, recolección o traslocación de flora al margen de cualquier supervisión o seguimiento científico.

Si miro al futuro, debo confesar que confío más en los efectos que tendrá la actual crisis del sector inmobiliario para frenar el descontrol urbanístico que aqueja ciertas zonas del Parque, que en la administración del Parque o la
Consejería de Medio Ambiente en general (me acuerdo ahora de esa vergüenza llamada Algarrobico). Idealmente, debería aprovecharse la
actual coyuntura económica para revisar las estrategias (por ser optimista y creer que hay alguna estrategia) de desarrollo turístico y reconducir las infraestructuras hacia los márgenes del Parque. Esto tendría un doble efecto
positivo. Por una parte, se aliviaría la fuerte presión que sobre los recursos hídricos (siempre olvidados) y la biodiversidad está imponiendo el actual modelo, tan dañino como obsoleto. Y por otra, se repartirían mejor las ganancias originadas por el turismo entre la población del Parque, con el consiguiente aumento en la valoración social de este espacio protegido.


2 comentarios:

  1. Muy interesante estas reflexiones. Gracias por colocarlas en tu web amigo Javier. Por cierto, estuve hace poco en la zona del Borosa y en las laderas del Calarejo están abriendo cortafuegos. El caso es que al meter maquinaria pesada están estropeando antiguas sendas y es una lástima que esto sea así... es sólo un comentario.

    Hasta pronto.
    Luiso.

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  2. Intentaré enterarme, Luiso.
    Gracias y hasta pronto

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