viernes, 24 de junio de 2011

Un "dos caballos" aportando diversidad paisajística















Hace poco me envió un enlace con esta foto Francisco Ordóñez, del Club de Senderismo El Camino. Su comentario es este:
"Aquí os dejo una foto de un coche despeñado ya hace unos cuantos años, a los pies de la Risca del Guijarrón, un poco difícil de ver, pues esta en la vertiente contraria a la Pista que sube desde Los Parrales, frente a cortijada de Los Mansegosos, pero a escasos 15 metros debajo de esta.
No creo que sea muy difícil retirar estos restos, junto a la cama oxidada que hay junto a la misma caseta de la Risca".


Sólo me queda añadir que el dueño de ese venerable Citröen 2CV se ahorró algún dinerillo tirando el coche donde no debía, pero ahora costaría mucho más rescatarlo con el dinero de los impuestos de todos los ciudadanos.

No es infrecuente encontrar cosas como esta en plena Sierra. Lo cual no es raro, teniendo en cuenta que, en nuestros mismos pueblos, llegamos a acostumbrarnos a ver escombros en cualquier cibanto y contenedores con un montón de basura esturreada alrededor. La tolerancia social contra los vecinos guarrindongos debería ser cero. Las personas que valoramos lo público somos muchas, y haríamos bien en señalar con el dedo a los que no saben convivir y no respetan lo común.

viernes, 17 de junio de 2011

Junio en la Sierra de Segura




Ovejas, señales de senderos, pastos verdes, encinares y, sobre todo, agua. Ambas fotos están hechas este mes de junio en la Laguna de Siles, que se mantiene húmeda durante más tiempo de lo habitual. En esta gloriosa primavera de 2011, "los ovejos", los insectos, los caminantes, los chaparros y las ranas, que con poca cosa somos felices, estamos más que contentos.     
Fotos: Javier Broncano

"El olor de la retama endulza los atardeceres de junio, ya descaradamente cálidos.  Arriba, los altos pastizales, punteados de florecillas blancas y malvas, están más jugosos que nunca, como bien aprecian los rebaños trashumantes de oveja segureña, que por estas fechas están de vuelta de los ya agostados pastos de Sierra Morena. La hierba de San Juan, conocida en la Sierra como pericón, abre sus flores amarillas en torno a esa noche mágica a la que alude su nombre, contrastando la pobreza de los suelos en los que suele crecer con la riqueza de sus propiedades medicinales. Y siguen floreciendo las madreselvas, de cuyo aroma conviene disfrutar, por así decirlo, a "sorbitos", para no embotarnos. 

El mundo de los insectos está ya en su apogeo: aparecen en masa los saltamontes y las arañas, oímos por todas partes a los grillos y la vista se nos queda prendida del vuelo silencioso y multicolor de tantas mariposas. En las aguas, los pequeños renacuajos se metamorfosean en auténticos sapos y ranas, mientras la hembra del escaso galápago europeo pone sus huevos alargados en un  agujero que ha abierto en el suelo de la ribera, después de ablandarlo con un líquido que segrega para tal fin. Los alevines de trucha, muy territoriales, ya compiten por ocupar los sitios más propicios, donde las presas más abundan y la corriente menos molesta. Por encima, se produce también la metamorfosis de dos grupos de insectos cuyo vuelo y colorido nos dejan absortos: las libélulas y los caballitos del diablo".

Javier Broncano y Joaquín Gómez 

miércoles, 15 de junio de 2011

Algo fresquito - Así nos ve una pareja californiana



Entre que ya llegan los calores y que el blog está últimamente bastante denso, vamos con algo fresquito. Eve y Ben son una pareja de jóvenes californianos que trabajan en el Instituto de La Puerta de Segura como profesores asistentes de inglés y han grabado una serie de vídeos sobre su adaptación al pueblo. Están en su web, que se llama Pueblo y es un proyecto bilingüe.

No os lo perdáis, porque son unos cachondos y han enganchado a gente del pueblo para sus vídeos, como la casera, el carnicero, el del taller mecánico, el del bar, etc. Es una gozada ver cómo nos miran los otros, y más cuando lo hacen con frescura, humor y creatividad.

Aquí tenéis la web. Que la disfrutéis, y gracias a Eve y Ben por su manera de integrarse en una cultura tan distinta de la suya.

viernes, 3 de junio de 2011

Perder los tornajos segureños es perder cultura, paisaje y biodiversidad


















Dos tornajeras, la primera cerca de La Hoya de la Albardía y la segunda próxima a Don Domingo, ambas aldeas de Santiago-Pontones. Fotos: Javier Broncano

Poco a poco, los tradicionales tornajos de la Sierra van desapareciendo. Y con ello perdemos cultura, paisaje y biodiversidad.

Para quien no los conozca, los tornajos son abrevaderos que se hacían ahuecando un pino, que se colocaba junto a una fuente o manantial en pleno monte para retener el agua circulante y facilitar su disponibilidad para el ganado. El pino que se utilizaba era el salgareño, que es como aquí se le llama al pino laricio (Pinus nigra ssp. nigra). Al conjunto de varios tornajos, dispuestos de manera que unos vierten sobre otros, se le llama tornajera. Lo habitual en otras zonas de España es que estos abrevaderos se construyeran con piedra, pero aquí siempre tuvo  más éxito el pino, tanto por su disponibilidad como por su resistencia, ya que, mientras el tornajo tenga agua, sus grietas se cierran por la dilatación de la madera y aguanta décadas.

Los tornajos van a menos. Muchos de ellos han sido sustituidos, primero, por abrevaderos de cemento, y después, por los metálicos. Estéticamente, un horror.

Con cada tornajo que se pierde, se nos va una porción de la cultura ganadera y sus oficios artesanos. Se nos va un elemento que da carácter y personalidad al paisaje serrano. Se nos va la huella y la memoria de las gentes que han modelado ese paisaje. Y para colmo, se nos va un poco de nuestro patrimonio natural, porque cada tornajo supone un pequeño ecosistema que saca su mejor partido a ese elemento mágico y siempre escaso que es el agua: estas pequeñas balsas de madera son un paraíso para los anfibios, entre ellos el pequeño sapo partero ibérico (Alytes dickhilleni), una especie exclusiva de las sierras del sudeste ibérico cuyos renacuajos prosperan felizmente en los tornajos, pero se cuecen en los abrevaderos de metal. En definitiva, los tornajos son un pequeño pero significativo exponente de todo lo bueno que ocurre cuando hay sintonía entre ser humano, naturaleza y cultura (en el fondo, tres maneras de decir lo mismo).

Frente al bajo coste de los abrevaderos de acero inoxidable, ¿podemos permitirnos, como sociedad, el lujo de mantener los de madera? ¡Claro que sí! En tiempos de crisis esto puede parecer descabellado, pero como tantas otras cosas, es cuestión de prioridades. Por eso pido que se recuperen los tornajos en los terrenos públicos de nuestras Sierras y que se subvencionen en los privados.

Y como estamos demasiado acostumbrados a pedir subvenciones para todo, ¿qué tal si los ciudadanos también nos implicamos con nuestras propias manos? Mañana sábado se presenta en el castillo de Segura de la Sierra la creación, por parte de la Consejería de Medio Ambiente, de la Red de Voluntarios del Parque Natural. He ahí una oportunidad. Entre otras, claro.