lunes, 24 de octubre de 2011

Sierra de Segura, un patrimio histórico abandonado

















Torre de El Cardete
Foto: Javier Broncano Casares

Se nos muere el patrimonio histórico en medio del abandono y la indiferencia. Nos hemos acostumbrado a ver los torreones hispanomusulmanes de la Sierra de Segura ruinosos, pero en pie, y nos parece que siempre estuvieron y estarán así. Y hay que recordar lo obvio: un día tuvieron un aspecto pujante y otro día se vendrán abajo. Entre ambos días habrá siglos de por medio, pero todo llega. 

Tres de esos torreones, los de Santa Catalina, se ven desde mi casa. En los días de temporal miro instintivamente para ver si aún están erguidos. Compruebo con alivio que ahí siguen y sé que seguirán, pero sólo hasta que el tiempo tome las decisiones oportunas. Entonces todo serán lamentos. Nos preguntaremos por qué sólo uno de ellos había sido restaurado, dejando en el abandono los otros dos y todos los demás que están diseminados por la comarca. Por qué hemos hablado tanto del patrimonio, e incluso le hemos dedicado planes y medios económicos, mientras seguíamos viendo cómo el patrimonio real se deterioraba de manera lenta, casi imperceptible, pero inexorable. Nos preguntaremos cómo fuimos tan borricos de no cuidar muchas de las fortalezas medievales segureñas como tesoros, cómo no las pusimos en valor, cómo no las restauramos, arreglamos primorosamente su entorno, las señalizamos, las interpretamos y las hicimos accesibles, todo ello para mayor gloria de la comarca y para disfrute de vecinos y visitantes.

El torreón de la foto es el del Cardete, en el municipio de Benatae. Mientras se sigue desmoronando, rindámosle homenaje recordando el poema que le inspiró a Manuel Alquife. Forma parte de su extraordinario  libro Calicanto, publicado en 1995 en una reducida edición numerada, con dibujos de Francisco Cerezo. Treinta atalayas, treinta dibujos, treinta poemas. Decía Lola Suardíaz en el prólogo: "Es lógico que la Sierra de Segura, abandonada, despojada, con un sólido pasado y una enorme dignidad presente, haya inspirado esta obra a los autores. Es musa, modelo y símbolo. Ellos, en pago, la han guardado en un hermoso estuche y la han hecho imagen y metáfora de nuestras propias vidas".  He aquí el poema:

Atino en la granada a medianoche
aún sin luna.
La oigo crujir,
soltar sus granos de sangre
y a la tierra seca absorber sus brasas

quemarse en silencio. 

miércoles, 19 de octubre de 2011

Rurales en el 15-O


Foto: Javier Broncano. Madrid, 15-O

El pasado sábado formé parte de la nutrida y vibrante demostración de ciudadanía del 15-O en Madrid. Me dio alegría ver a un grupo de personas que llevaban pancartas con el lema "poder rural" porque, por el momento, el disperso y adormecido mundo rural está a la cola de un movimiento que aspira a algo tan simple como que la política se haga en función de los intereses de las personas.

Nadie debería estar más interesado en el empoderamiento de la ciudadanía que el mundo rural. ¿Se conoce algún otro sector donde sea el comprador quien fija el precio del producto? ¿Le decimos los consumidores al frutero lo que le vamos a pagar por las patatas? Pues eso es lo que le dicen al agricultor de Jaén los poderes fácticos de la distribución y la comercialización del aceite, por ejemplo. Viva el mercado, incluso el global, pero el mercado original, con transparencia e igualdad de oportunidades para competir, sin monopolios ni privilegios. Hemos olvidado aquello de "la tierra para el que la trabaja", pero es que incluso debemos recuperar otra idea históricamente muy anterior: el mercado, para el que se lo curra. Hoy, hasta Adam Smith estaría indignado.

Además, el mundo rural necesita políticos que lo hagan valer. Que sepan y sientan que la agricultura, la ganadería, la pesca y la conservación de los paisajes están en la base de todos los demás procesos productivos. Políticos que tengan claro por qué las palabras cultivar y cultura tienen la misma raíz etimológica. Políticos que no se dejen seducir por el progreso facilón basado en el ladrillo, el pelotazo financiero y la insostenibilidad ambiental, sino que fomenten el trabajo productivo real aplicando a todos los ámbitos de la sociedad la vieja pauta campesina de sembrar, cuidar y multiplicar. Si así fuera, seguro que el viejo liberal Adam Smith volvería a su tumba más tranquilo. 

Y no digamos si, a la hora de votar, tuviéramos listas abiertas donde pudiéramos elegir a quienes tienen una trayectoria real de defensa del mundo rural y del territorio que aspiran a representar, y no a un grupo cerrado de funcionarios de tal o cual partido. Eso sí que sería competencia.

De estos asuntos hablará hoy en Madrid José Bové, eurodiputado verde de Europa Écologie y portavoz de Vía Campesina. 

jueves, 13 de octubre de 2011

Tiempo de madroños (a ser posible, con yogur)























Foto: Javier Broncano

Ir en busca de unos madroños en sazón es uno de los placeres otoñales que nos ofrece la Sierra. Buscas, miras y evalúas concienzudamente el aspecto y la consistencia de cada fruto. Cuando el color es bien rojo y la carne cede ligeramente a la suave presión de tus dedos, una segregación de saliva ya te anticipa el sabor dulce con su justo puntito ácido.

Algunos pájaros también se pirran por los madroños bien maduros, así que a veces, cuando has elegido uno de los mejores, descubres que ya está picoteado. Si te ocurre unas cuantas veces, sientes una reconfortante sensación de hermandad con la naturaleza por compartir gustos con otros animales. Pero si te ocurre un montón de veces, lo que aflora es un sentimiento mucho más primario: el de la competencia. "Los pajaritos se me han vuelto a adelantar, los jodíos". Reconozco que, en esos casos, algún suculento madroño picoteado a ido para al gaznate. Y hasta ahora no he pillado la gripe aviar.

El único consuelo ante la ventaja competitiva de las aves es pensar que ellas están a varios millones de años de evolución antes de ser capaces de elaborar yogur y mezclarlo con los madroños. Nunca imaginarán lo que se pierden. ¡Je!

lunes, 10 de octubre de 2011

Octubre en la Sierra de Segura

















Vega de Santiago de la Espada
Foto: Javier Broncano

"Octubre es mes de celo para  muflones y gamos. Los machos de esta especie emiten la ronca, un bramido grave y profundo que sirve para  retar a sus competidores, con quienes miden su fuerza entrechocando sus palas y propinándose vigorosos empujones. También en el entorno de las aguas limpias hay celo: las nutrias, aunque rebeldes a dejarse encasillar en calendarios, prefieren esta época para disfrutar de sus amoríos de forma tan lúdica como otros aspectos de su vida, jugando a perseguirse y mordisquearse dentro y fuera del agua, entre gritos y revolcones.

El mundo de las aves, más bien silencioso durante los últimos meses, se anima con cantos nuevos. Los árboles y tejados de nuestros pueblos acogen a grandes bandadas de estorninos, cuyo variado repertorio de silbidos nos acompañará durante todo el invierno. De entre las muchas aves que llegan en octubre, hay dos inconfundibles y fácilmente visibles por su abundancia. Ambas reciben en la zona nombres que no pueden ser más expresivos. Una es el jilguero, llamado aquí colorín por su plumaje pardo, blanco, negro, rojo y amarillo. La otra es la lavandera blanca, conocida popularmente como pajarita de las nieves por su aspecto grácil, los tonos de sus plumas y por ser huésped invernal. En realidad, ambas especies son sedentarias en la comarca, pero su número crece mucho con la llegada de sus congéneres del centro y norte de Europa.

Pero esta es también la época en que se cierra el paréntesis de paz que el hombre ha concedido a los animales durante los últimos meses. Se abre la veda. Retumba de nuevo la pesadilla de la muerte."

Javier Broncano y Joaquín Gómez