martes, 24 de abril de 2012

Un patriotismo con demasiados humos





































La Consejería de Medio Ambiente ha emprendido la restauración de las más de 200 hectáreas de bosque quemado cerca de Cañada Catena como consecuencia del accidente de un avión militar que realizaba ejercicios de entrenamiento en septiembre de 2009. Al parecer será el ministerio de Defensa quien se hará cargo de los 1,4 millones de euros presupuestados, aunque por lo pronto es la Junta de Andalucía la que los está adelantando.

Pero, aunque sea Defensa quien finalmente pague la factura, hay otra cuestión. ¿Se han investigado las causas de este incendio como se investigan todas las demás? ¿Existió alguna negligencia que pudiera generar algún tipo de responsabilidad? La sociedad no lo sabe. Si un ciudadano provoca un incendio forestal como consecuencia de un descuido quemando los restos de poda de su olivar, afrontará una investigación que determine su responsabilidad lo más exactamente posible, y así debe ser. Si el incendio es causado por el Ejército del Aire, solo vemos el humo.

Porque humo, mucho humo, es a lo que el Ejército del Aire tiene acostumbrada a la Sierra de Segura. Esta comarca ha visto con gran simpatía a las fuerzas aéreas con motivo de las exhibiciones de la Patrulla Águila durante varias ediciones del Festival Internacional del Aire. Ahora todos agradeceríamos que, además de humo con los colores de la bandera nacional, el Ejército del Aire ofreciera a la Sierra de Segura otras expresiones de patriotismo, como el compromiso de dejar de sobrevolarla -como sigue haciendo con regularidad- para no someter a nuestros bosques al riesgo permanente de convertirse de nuevo en humo negro. Se supone que las fuerzas armadas están ahí para defender a la patria, no para ponerla en peligro. Y los bosques, con todo lo que valen y todo lo que nos dan, son nuestra patria, la suya, la de todos.

 
Artículo publicado en Diario Jaén analizando el accidente de 2009 y pidiendo un código de buenas prácticas militares en espacios naturales protegidos. 

Más humo. Añado esta foto hecha el miércoles 25 de abril a las 13,30 h desde Orcera. La verdad es que el momento de algunas de estas visitas es ya bastante previsible con una cierta antelación.


martes, 17 de abril de 2012

Otro aroma a primavera


























De entre los muchos aromas que trae la primavera a la Sierra de Segura hay uno especialmente profundo y sugerente. No proviene de flor alguna ni lo aventa la brisa al rozar los herbazales recién estrenados. No está junto a los arroyos, ahora crecidos y oliendo a juncales renovados. Ni en los pinares, donde el aire ya se perfuma con el bálsamo de resina en los días más calurosos. Está en nuestras propias casas. Es el aroma a leña de olivo recién cortada y arrimerada que inunda las cocheras, las naves y los almacenes de la Sierra de Segura. Es un olor austero, como el árbol del que proviene, y denso, como la madera que lo exhala.

Ver y oler la leña ya almacenada te recuerda la generosidad del olivo y la suerte de vivir en tierra de olivares. Hay pocos árboles tan amigos de la luz como el olivo. La necesita imperiosamente para acrecentar su fruto y agradece a los seres humanos que lo descarguen de su apretado ramaje para que la luminosidad bañe todos sus recovecos. Por eso cada año, después de la cosecha de aceituna, el olivar nos hace su segundo regalo en forma de leña. Una maravillosa y antigua aportación a la sostenibilidad de su cultivo, a lo que, desde hace algunos años, se une el uso del orujillo –hueso de aceituna machacado que resulta del proceso de obtención del aceite- como biomasa para la generación de energía térmica en estufas y calderas.

El olor de la leña ya guardada te evoca la alianza de las fuerzas de la luz, del agua y de la tierra para generar la vida; te recuerda los esfuerzos, los afanes y las esperanzas del amigo o el vecino que cultivó sus olivos, los podó y te despachó su leña, dejándote siempre con la sensación de que le debes algo más de lo que le has pagado; y vincula un poco más tu vida a los ciclos de la naturaleza, porque los efluvios de la leña nueva de primavera anticipan ya el aroma del humo cuando ardan en tu chimenea el próximo invierno, esa estación cuyo mejor calendario es el pausado descenso de la rimera de leña en tu almacén.

Foto: Javier Broncano Casares

jueves, 12 de abril de 2012

Se presentan escritos de denuncia contra los sondeos de El Maguillo

































Este era el estado del arroyo Buenamar a fecha 18 de marzo. Un secarral. La foto está hecha al lado de los manantiales de El Maguillo y muy cerca del sondeo nº 2 con el que la comuninidad de regantes de Beas de Segura extrae agua subterránea para sus olivares. La dirección del Parque Natural confirmó hace pocos meses que hay una clara relación causa-efecto entre la desecación de fuentes y manantiales en El Maguillo y la extracción de agua para riego agrícola, así como el peligro que corren determinadas poblaciones de flora legalmente protegida por la degradación de las condiciones hídricas de la zona.

Pero se se sigue sacando agua, por lo que Ecologistas en Acción acaba de presentar un escrito de denuncia de los hechos ante la Consejería de Medio Ambiente, la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir y la Fiscalía. Se pide que se revoque o revise la concesión porque, entre otras muchas irregularidades, no se cumplió el requisito legalmente establecido de consultar a la Junta Rectora del Parque Natural, jugada con la que la Consejería de Medio Ambiente favoreció que el proyecto "colase". Y, por supuesto, Ecologistas en Acción también basa su petición en el propio informe de la dirección del Parque en el que se confirmaba el impacto ambiental del que ya venía alertando públicamente la Plataforma Valles Verdes desde mucho tiempo antes.

Veremos en qué acaba todo esto, pero los defensores de los sondeos cometerían un error si pensaran que lo tienen todo solucionado porque cuentan con los permisos para sacar agua. El proceso de concesión fue una chapuza total desde el punto de vista tanto legal como técnico, y lo que hoy se concede, mañana se puede revocar. Ojalá sea así, ojalá gane la cordura. En ese caso, habría que encontrar la manera de minimizar el perjuicio para los "regantes de a pie", que invirtieron su dinero confiando en instituciones y personas que han manejado el tema con muy escasa responsabilidad.

martes, 3 de abril de 2012

Abril en la Sierra de Segura





















La savia circula ya a raudales, poniendo en marcha un fabuloso laboratorio vegetal: despiertan y echan hojas los álamos, los robles, los arces (que al mismo tiempo florecen), las nogueras, las higueras, los serbales, los majuelos, y muchos otros árboles y arbustos, cuyo interior es en abril un crisol de vida por donde suben los nutrientes minerales del suelo, para mezclarse con la luz del sol y el dióxido de carbono del aire captados por las hojas. Y a sus pies, las pequeñas herbáceas se dan prisa en crecer y los helechos despliegan su fronda, antes de que la densa sombra que pronto darán esas hojas les arrebate el calor y la luz que necesitan para vivir.

Tanto pétalo, néctar y polen, despiertan y atraen a multitud de mariposas, avispas, moscas, abejorros y otros muchos insectos que zumban por todas partes, y acaban convirtiéndose de nuevo en alimento de las aves insectívoras. Aunque si los meses anteriores han sido más secos y cálidos de lo normal, fenómeno que el cambio climático hace cada vez más frecuente, se anticiparán la floración y el nacimiento de los insectos, muchos de los cuales morirán con los fríos que siempre acompañan al comienzo de la primavera. De ello se resentirán las poblaciones de aves insectívoras, que dispondrán de menos alimento para sacar adelante a sus polluelos.

Algunos años también se adelanta el calendario migratorio, pero lo normal es que en abril lleguen los vencejos, que cortarán el aire de nuestros pueblos por encima de aviones comunes y golondrinas, y que es tan volandero que no se posa ni siquiera para dormir, comer o hacer el amor. Viene también el roquero rojo a los espacios abiertos de las zonas altas, y escuchamos por fin al ruiseñor, cuyo discreto aspecto contrasta con su maestría en el canto. Y recibimos a la última "grande" de los cielos que nos faltaba, aunque es la más pequeña de nuestras águilas: la calzada, cuya elegante silueta en vuelo es inconfundible por el contraste del blanco y el negro en su plumaje.

Están encelados los lagartos, y en las aguas ponen sus huevos muchos invertebrados, como los ditiscos y las pulgas de agua. Frezan los barbos y se reproducen las ranas comunes.
La paridera de algunos mamíferos  no tiene un calendario muy definido, pero abril suele ser un mes prolífico para ellos. En la cama que ha construido en lo más escondido del bosque, la jabalina tiene a sus rayones, que pronto alternarán los juegos con las peleas para competir por la lactancia.  Pero no hay infancia más divertida que la de las de las inteligentes nutrias, que ahora pueden estar naciendo en lo más enmarañado de los zarzales de las riberas o en cuevas con entrada bajo el agua: no solo son capaces de jugar con palos, piedrecillas y toboganes improvisados, sino  de aprender de sus madres -y no por instinto- las técnicas de caza y defensa.

Del libro "La Sierra de Segura. El Sur Verde" - Javier Broncano y Joaquín Gómez
Imagen: Águila calzada - Europe birdguide online