lunes, 28 de enero de 2013

¿Algún día podremos caminar sin miedo por la Sierra?


En la Sierra de Las Villas abundan los carteles como el que muestra la foto, publicada por Bernardo Chinchilla Mata en el Facebook de Amigos del GR 247 Sendero Bosques del Sur. Es de agradecer que se avise a la gente del peligro que está corriendo. Y también convendría recordar que por los montes y caminos públicos de la Sierra puede haber en cualquier momento gente caminando, o cuidando sus ovejas, o pedaleando, o cabalgando, o buscando setas, o haciendo fotos, o comiéndose una tortilla, o echándose una siesta gorrinera, o mandando whatsapps al novio,  o censando gambusinos, o pensando en Babia, o viendo crecer la hierba... todo ello dentro la más estricta legalidad vigente, por lo que se rogaría a las personas aficionadas a la actividad de la caza que extremen las precauciones para que no ocurran accidentes que, sin duda, son las primeras en intentar evitar, pero cuyo riesgo es inherente a dicha actividad de toda la vida de Dios. 

Este asunto debería hacer reflexionar algún día a los gestores del Parque y a la Consejería de Medio Ambiente sobre la necesidad de hacer realmente compatibles los diversos usos -todos ellos respetables-  en un Parque Natural que tiene la particularidad (y la suerte) de contar con gran cantidad de montes públicos y de caminos públicos en montes privados, y en el que hoy por hoy es difícil hacer algo tan simple como caminar sin ir asustado durante buena parte del año. Hasta ahora, las propuestas hechas por Ecologistas en Acción -que contemplan la caza como un uso más- no han sido aceptadas.

Y ya que estamos, recordemos que precisamente en la Sierra de Las Villas fueron destrozadas bastantes balizas de señalización del GR 247 a los pocos días de ser instaladas. Con lo fácil que es respetarse y lo a gusto que se siente uno haciéndolo.

Foto: Bernardo Chinchilla Mata

jueves, 24 de enero de 2013

La flora del Parque Natural peligra en El Maguillo




El problema de El Maguillo sigue sin resolverse, a la espera de que la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir cumpla con su compromiso de presentar una serie de estudios técnicos y las medidas que pudieran derivarse de ellos para salvaguardar los valores ecológicos del paraje de El Maguillo (Beas de Segura), donde, como bien sabéis los asiduos de este blog, una captación de agua subterránea para riego agrícola está secando fuentes y manantiales en el interior del Parque Natural. La tenaz lucha de la plataforma ciudadana Valles Verdes continúa, sobre todo en las instituciones de la Unión Europea, como la Comisión y el Parlamento. 

Recientemente, por ejemplo, se presentó al Parlamento Europeo un informe de Ecologistas en Acción sobre la flora del paraje, en el que se destaca que en el mismo están representados varios Hábitats Comunitarios, entre ellos uno clasificado como de Interés Comunitario Prioritario. Estos Hábitats son enclaves de albergan formaciones vegetales ecológicamente valiosas y que el estado español tiene la obligación legal de proteger.

Por otra parte, el informe destaca la presencia de tres especies  a cuya protección obliga la legislación andaluza y otras diez declaradas de interés para la flora del Parque Natural. Además, el informe advierte de los riesgos concretos que está sufriendo la flora de la zona, señalando el peligro de extinción de alguna especie.

Ante estas realidades no faltará quien repita la letanía de que “son más importantes las personas que la florecillas que defienden los ecologistas”, posición que, por increíble que parezca, todavía es recibida con alborozo por sectores que, en un pueblo pequeño, pueden decidir quién es alcalde y quién no. Pero la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir y la Junta de Andalucía no deben ser rehenes de intereses políticos y económicos locales, sino poner por delante la legalidad, el bien común y la responsabilidad de proteger un patrimonio ecológico que es de toda la ciudadanía. De lo contrario, ¿para qué sirven los espacios naturales protegidos?

Foto: Lantano (Viburnum lantana), una de las especies de flora protegida cuya supervivencia peligra del enclave de El Maguillo.Wikipedia.




viernes, 11 de enero de 2013

Un tendido eléctrico horroroso que no resuelve los problemas



Gracias a esta autovía de la energía, maravilla de la ingeniería moderna sofisticadamente integrada en el entorno, anoche sufrimos en Orcera cuatro cortes de suministro eléctrico, a pesar de que no hacía viento, ni llovía ni nevaba.  Este tendido eléctrico fue instalado en 2010, contraviniendo el Plan de Ordenación del Territorio de la Sierra de Segura y constituyendo uno de los más sonoros fracasos del Parque Natural en el cumplimiento de sus objetivos más básicos, como es evitar o aminorar el impacto ambiental de las infraestructuras en zonas de alta calidad paisajística, lo que se hubiera conseguido con el soterramiento de la línea.

El impacto visual del tendido es variable en función de la luz que reciben las instalaciones y el lugar desde el que se mire. A veces este impacto es discreto, pero con frecuencia son muy visibles las grandes torres metálicas o los cables. Particularmente penoso es el efecto que causa en las cercanías del Conjunto Histórico-Artístico de Hornos de Segura, además de los peligros que supone para los practicantes de vuelo libre, frecuentes en la zona, y las aves rapaces. 

Reproduzco lo ya expresado en este blog hace año y medio: “Probablemente, la mayoría de la sociedad serrana esté demasiado agobiada con otros problemas más perentorios como para protestar por estas cosas. Pero fuera de aquí, el hecho de que un Parque Natural con el prestigio del nuestro se trague una línea de alta tensión aérea se ve con incredulidad y una cierta indignación. Supongo que habrá dirigentes políticos que piensen que soterrar una línea de alta tensión es un lujo que este país no se podrá permitir hasta dentro de veinte años. Otros estamos convencidos de que estas cosas deberían hacerse bien desde hace veinte años. Un desfase mental de cuarenta años es lo que hace que la repetida cantinela del desarrollo sostenible suene hueca en tantos discursos”.

Foto: Javier Broncano Casares