jueves, 28 de noviembre de 2013

Torta de membrillo de Pontones y aguardiente casero de Tobos



 
Ya había desayunado al salir de casa, pero había que hacerlo otra vez por razones de mucho fundamento. Había que meter mano a la torta para afrontar con garantías la subida a Peña Bermeja. Además, todo en la vida tiene su momento, y las tortas por la tarde ya no son lo mismo, ni de lejos. En cuanto al aguardiente, es que era el primer día de frío de la temporada, y había que celebrarlo. Por si hacen falta más excusas, ambas cosas estaban recién compradas y además, ¿qué otra cosa mejor se puede hacer si el lavadero de la aldea de Tobos se cruza en tu camino y tiene un sitio donde sentarse al carasol? Que conste de lo del aguardiente han sido un par de chupitos, que luego había que ver la pantalla del GPS con cierta nitidez, no os vayáis a creer que voy por esos montes en plan bolinga. 

Y bueno, las barritas energéticas y las bebidas isotónicas son inventos muy ingeniosos y dignos de admiración, pero el senderismo serrano tiene sus propios recursos complementarios, incluso a veces, alternativos. Es más, hablando con propiedad, la verdad es que en la Sierra no se hace senderismo, ni siquiera montañismo, no digamos ya trekking o hiking. En la Sierra, de un sitio a otro, se va andandines. Y a los que andan mucho se les ha llamado, de siempre, andarríos, supongo que porque nadie andaba más que los pineros que conducían los salgareños río abajo hasta Sevilla. 

A la vuelta de los sobrecogedores calares de Marchena, ya en casa, saboreando el aguardiente de Tobos frente a la chimenea y escuchando a Marlango, uno se hace consciente de que, si hoy disfrutamos de ciertos placeres, es en gran parte, gracias a todos los andarríos de la historia que siempre, siempre, estuvieron en crisis. Brindo por ellos. 

Ah, y ¡qué vistas desde Peña Bermeja! Eso “quita el sentío” más que el carrasqueño de Tobos…

Foto: Javier Broncano Casares

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